Arriesgarse

   Este texto va dedicado íntegramente a todo aquel ser que, de buena o mala fe, incita a los demás a arriesgarse por las cosas que quieren. Discúlpenme los demás, los ajenos a ese grupo de estimuladores de acción, pero de verdad me tienen la paciencia colmada, déjenme decirles. Es justo reconocer que en esta bendita semana me sucedieron hechos varios que terminaron derivando en este enojo del momento. Obviamente escuche con atención a un par de estas personas, y también, como podrán deducir incluso los menos atentos, me arriesgue y perdí. Perdí en todas. Ni una sola de todas esas cosas por las que me jugué en estos hermosos 7 días salió bien. Mala suerte o no, que se yo, pero ninguna concluyo como esperaba.
   Se preguntaran que tienen que ver esta gente (gente  amiga y músicos, artistas, y algún que otro que mata el tiempo escribiendo como quien les habla) con que me haya salido todo para el reverendísimo carajo. Nada, aunque también bastante. No les echo la culpa, en absoluto. El producto final termina siendo un derivado de lo que hice o no anteriormente. Mi bronca es otra. Mi enojo pasa por otro lado. Todos estos te marcan la cancha para que vos te juegues, te arriesgues por lo que más te gusta y pintes de colores el cielo y todo lo que se te cruce, con la creatividad misma del artista de moda. Y no hay uno, ni uno solo, que te prepare para que las cosas te salgan mal. Te disfrazan la idea como que todo va a estar bien, pero ninguno es capaz de advertirte que podes terminar hecho un trapo de piso, gris y recontra gris, lejano a los colores maravillosos que te describían.

   No me traten de negativo, y me disculpo si estoy sonando como uno. Pase del pasmo a la tristeza, y de la tristeza al enojo, y es en este último estado en el que me encuentro a la hora de escribir este texto. No les voy a decir que no se jueguen, en absoluto. No hay alivio más grande que por lo menos saber que diste todo y más por lo  que querías, sea una carrera, una persona o un deporte. Pero la próxima vez que alguien o algo les recomiende jugarse, acuérdense de mí. Háganlo y dejen todo, no duden; pero tengan presente, como dijo alguien que admiro mucho en un cuento hermoso, que la tranquilidad de conciencia tiene muy poco que ver con la paz de espíritu.

Diego M.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No podemos obligar a que nos quieran II

Dos puntos: acerca de extrañar

Fuiste vos