No podemos obligar a que nos quieran II
Si no leyeron “No podemos obligar a que nos quieran”, pueden
hacerlo desde ACÁ http://unndiamasquepasa.blogspot.com.ar/2016/10/no-podemos-obligar-que-nos-quieran.html
Decía en uno de los textos anteriores que no podemos obligar
a la persona que amamos a que nos quiera, y que era una de las cosas de las que
estaba más seguro. Al parecer, muchos de ustedes coincidieron con la idea, y me
transmitieron alguna de las suyas. Ideas si, y un montón de preguntas, que me
abrieron un mar de dudas acerca de lo que ya había publicado. Por ello, me pareció
bueno, tomarme el atrevimiento (¿Quién más sino? Si es un texto mío, ja), en lo
posible, reformular la idea, y plantear todas estas preguntas.
“No podemos…”
habla de aceptar. Aceptar las diferentes situaciones que se nos pueden plantear
en esto inmenso que es querer a alguien de verdad, y quitarnos la culpa que
puede llegar a generar todo esto. Aceptar, o al menos tratar de hacerlo, esa es
la idea principal.
En reiteradas veces, y por algo recibe ese título, habla de
no obligar a que nos quieran, y en esto quería ahondar esta vez. Después de
leerlo varias veces me di cuenta de algo: ¿Es necesario en verdad obligar a
alguien a que te quiera? ¿Por qué alguien haría eso? ¿No perdería acaso el
sentido, la gracia?
Actualmente, en cualquier red social, nos podemos encontrar con un montón de frases, imágenes, capturas de textos, etcétera, que hablan de esto. Y tienen bastante razón en lo que dicen. Hay una del tipo que dice algo parecido a “Si te lo tengo que pedir, ya no lo quiero”; y comparándolo con el título de nuestro texto, ¿Por qué obligarlo? ¿Por qué pedirle a alguien que nos quiera? ¿No es algo muy propio, demasiado profundo el querer, como para andar suplicándole a una persona que lo haga para con nosotros? Alejémonos de pelear por un amor, eso es otro tema. Ahora bien, no se a ustedes, pero a mí no me dan ganas de pedirle a alguien que me quiera, no tiene gracia. Si se lo tengo que pedir, no lo quiero. No tiene chispa, no tiene magia. Y aunque suene muy parecido a las películas que mira mi vieja, querer a alguien es parecido a eso, es bastante mágico, son sensaciones únicas. ¿Qué sentido tiene esperarlas de alguien que no lo siente? Es probable tal vez que sepamos que es así y de igual manera nos seguimos bancando ese falso cariño (o real, pero diferente al que sentimos nosotros) ¿Para qué? Nos estamos mintiendo a nosotros mismos. La esperanza y la frustración se acumulan sin sentido, porque sabemos el desenlace final, aunque tratemos de taparlo con la mano.
Actualmente, en cualquier red social, nos podemos encontrar con un montón de frases, imágenes, capturas de textos, etcétera, que hablan de esto. Y tienen bastante razón en lo que dicen. Hay una del tipo que dice algo parecido a “Si te lo tengo que pedir, ya no lo quiero”; y comparándolo con el título de nuestro texto, ¿Por qué obligarlo? ¿Por qué pedirle a alguien que nos quiera? ¿No es algo muy propio, demasiado profundo el querer, como para andar suplicándole a una persona que lo haga para con nosotros? Alejémonos de pelear por un amor, eso es otro tema. Ahora bien, no se a ustedes, pero a mí no me dan ganas de pedirle a alguien que me quiera, no tiene gracia. Si se lo tengo que pedir, no lo quiero. No tiene chispa, no tiene magia. Y aunque suene muy parecido a las películas que mira mi vieja, querer a alguien es parecido a eso, es bastante mágico, son sensaciones únicas. ¿Qué sentido tiene esperarlas de alguien que no lo siente? Es probable tal vez que sepamos que es así y de igual manera nos seguimos bancando ese falso cariño (o real, pero diferente al que sentimos nosotros) ¿Para qué? Nos estamos mintiendo a nosotros mismos. La esperanza y la frustración se acumulan sin sentido, porque sabemos el desenlace final, aunque tratemos de taparlo con la mano.
No voy a ponerme demasiado empalagoso ni mucho menos, ni
tampoco explicarles que significa querer. Eso, y la forma, pasan por cada uno. Pero
si estás leyendo esto, y pasando por algo parecido a lo que dice “No podemos obligar a que nos quieran”,
hacete todas estas preguntas anteriores conmigo. ¿Realmente vale la pena
suplicar cariño, con todo lo que significa eso? Si lo tengo que pedir, si lo
tengo que esperar, si lo tengo que implorar, si me tengo que bancar que sea
falso (o diferente y conformarme con eso, para no quedarme solo), verdaderamente,
ya no lo quiero.
Diego M.
Comentarios
Publicar un comentario