El día después

 Seguro que ninguno le prestó atención, porque ni yo mismo me había dado cuenta. No es una regla inquebrantable tampoco, para nada. No existe ningún escrito donde se afirme que los Lunes son los días donde se me prende la lámpara. Si revisan el historial, hay muchas entradas de Martes o Jueves, algún Miércoles y un solo Viernes. Lo curioso es que no encontré ninguna publicación subida un fin de semana. Sábados y Domingos parecen escapar a mi inspiración fugaz y repentina. Por ahí es una pavada, pero no me gusta pensar en casualidades.

 Hoy me desperté y anduvo por mi cabeza la idea de “Hoy es Lunes, tengo que escribir algo”, con la fija de que era un mandato inexistente, como decía más arriba, aunque con la certeza de que por algo pensé en ello de esa manera. Revise el historial y encontré textos subidos en los 5 días semanales, mayoritariamente los Lunes, a decir verdad; aunque ninguno publicado en algún fin de semana. No debe ser una casualidad que la mayoría de las veces escriba los Lunes, ni que los motivos de los textos surjan de algo que me paso en un muy cercano Sábado o Domingo. Algo atrás debe tener ese día después.
 Generalmente el arranque de mis semanas (o nuestras, porque no) se encuentran totalmente influidas en algo que me paso en esos dos días. Pueden ser geniales si tuve una buena fiesta o vi a la piba que me gusta; o arrancar sin motivación alguna si tuve una pelea o me comí un gol pavote. 
 Obviamente que la semana, y su comienzo, no tendría que depender de lo que pase en una tarde o en una noche de salida, o al menos no debería ser tan así. No debería, claro que no. Pero las cosas importantes, buenas y malas, mueven al mundo, al igual que a vos y a mí. Desear durante varios días que las horas vuelen, para llegar por fin al bendito fin de semana, es ponerle un valor agregado a cualquier cosa que pueda llegar a pasarnos en esos días. Piensen en las cosas más importantes de sus semanas típicas y vean cuantas suceden un Martes o Jueves. Pocas, me animaría a decir poquitas.
 Con todo esto no me opongo a la forma de arrancar su semana rutinaria, ni la forma de llevarla, al contrario. Está bueno tener motivación alguna para vivir los días, aunque simplemente consista en que llegue rápido un viernes a la noche. No me parece mal que deseemos que sean eternas las horas de un Sábado o Domingo, porque seguramente son las que más disfrutamos.  Cómo puse en alguna parte de Cuestiones de tiempo, los momentos buenos y muy esperados se van como agua entre los dedos. Queda en nosotros aprovecharlos de buena manera y lograr el mayor disfrute posible; y si no es así, tratar que el día después no sea tan terrible.
 Para cerrar y tratar de ser más claro, SIEMPRE el día después es el que más influye posterior a cualquier acontecimiento importante. El día después es casi tan grande cómo el acontecimiento mismo. El día después es el momento de ver y pensar lo que nos pasó, pero también trae la posibilidad de cambiar las cosas, o seguir de la misma manera, para que llegado el fin de semana las cosas nos salgan cómo queremos. La forma de llevar el día despúes, bueno o malo, nos marca el camino para los días siguientes. Caótico día después.

Diego M.

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