Veintiséis -parte 2-

 A decir verdad, la cosa se tornó bastante diferente a todo lo que Pablo había imaginado. Si, Valentina lo espero en la estación como había dicho (¡Y que linda que estaba!).  Fueron a un parque que quedaba bastante cerca del local de ella y se sentaron debajo de un árbol bastante grande. Todo parecía seguir con su curso normal. Pero había algo que no estaba dentro de sus planes: no encontraba la forma de cumplir con lo que había venido a hacer, y comenzó a desesperarse. Se dio cuenta que estaba ante otro intento fallido y una nueva desilusión. Los minutos corrían y se veía incapaz de cumplir su cometido.
 No estaba equivocado. En ninguna de las horas fugaces que pasó con Valentina había logrado ni siquiera tocar el tema, y sabía que era su última oportunidad. En algún encuentro anterior, ella le había comentado que estaba saliendo con alguien que había conocido, y para su desgracia, todo marchaba DEMASIADO bien. Era cuestión de tiempo para perderla completamente.
 No hubo forma. No pudo nuevamente con su silencio y se quedó con todo atragantado. El camino hacia la estación de trenes lo hizo en silencio y acotando pocas veces en el monologo de siempre de ella. Jamás le había molestado eso, y le fascinaba mirarla atontado cada vez que ella hablaba. Le gustaba ver como gesticulaba con la cara y las manos, lo encontraba único. Pero esta vez, solo deseaba pedirle que se callara y le alivie un poco el problema, aunque no se iba a atrever a hacerlo.
En medio de su silencio pensó que no debía declararle su amor, y tal vez, seguir conformándose con su amistad era lo que el destino le deparaba...

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