Básicamente hoy me acorde de estos últimos dos años

ACLARACIÓN: La luz nunca volvió, ya van a entender de que les hablo.

El día esta gris, completamente gris, y yo, como suele ocurrirme en casi todos los momentos en que me quedo solo y en silencio total, de esos que no abundan, entro en un nivel de ánimos similar al día, igual de grisáceo. Es normal sentirse triste de vez en cuando, no se puede andar con una sonrisa clavada en la cara todos los días del año, eso lo sé bien. Y hoy el día es uno de esos pocos,  completamente gris, de esos que invitan a uno a encerrarse y hacer cama. Días horribles y para estar preso dentro de casa hay miles, pero hoy a todo el mundo se le ocurrió esfumarse de del bendito hogar y, oh casualidad, me quede sin electricidad, perfecto para que mi ánimo se refriegue contra las baldosas y si, le ponga marcha a un monologo constante de mi cabeza.
Si, hasta acá es todo un martirio de oraciones, sepan disculpar. Pero  encontré en esto una forma de decir que me pasa, y aquella forma incluye también estos días paupérrimos para ser vividos. Les estaba diciendo que mi cabeza, pobre, como no tiene entretenimiento alguno en ocasiones como esta, se toma la libertad de poner un break fulminante a mis días nuevos y llenos de alegrías, como los que me vienen tocando, y se acuerda casualmente de recuerdos igual de nublados que este bendito martes. Aclaración, no los voy a molestar con esto del martes y que justo haya caído en el número 13 del calendario, para nada. Me rehúso a creer en toda esa sarta de pavadas. Martes así, a secas, como bien podría haber sido un jueves o domingo.
Básicamente hoy me acorde de estos últimos dos años. A menudo les vengo diciendo que mis días son otros, llenos de cambios y que soy alguien distinto, etcétera. Me di cuenta que eso también está aplicando a la forma de entristecerme. Ocasionalmente, tres meses atrás por ejemplo, en un momento así, igualito a este, mi malestar se hubiese centrado en preguntas del tipo ¿Por qué yo? ¿Me merezco esto que me pasa? ¿Algún día voy a lograr que las cosas salgan como yo quiero? Bueno, queridos míos, ninguna de ellas fue invitada a la fiesta  (si así se le puede decir) que está haciendo mi cabeza. Es más, les aplicaron con éxito el derecho de admisión. Este batuque de pensamientos está totalmente acaparada por la pregunta madre de mi martes gris, que acá, por estos lados, podríamos etiquetarla como “¿Qué pasaría si vuelvo dos años exactos atrás?”
Si, ya sé que es loco, improbable e imposible de ocurrir, pero soñar no cuesta nada. En realidad ni siquiera, ahora que estoy expresando todo esto, se bien si estoy triste. Si, así de cambiante me encuentro, y es algo que me parece raro y fantástico. Me asombra esta nueva capacidad de salir de malestares con solo simplemente decir que me pasa. Lo digo y fluye, se va, y es una cosa que no había experimentado nunca. Así y todo, ¿Qué pasaría si tuviera en mis manos una maquina al mejor estilo DeLorean de Volver al Futuro? ¿Volvería atrás estos últimos dos años sin dudarlo? Y la respuesta es sí, queridos míos. Ojala pudiera hacerlo. Ojala tuviera la chance de volver a encontrarme con ese Diego recontra inocente para marcarle los caminos, y advertirle de ciertos seres, aunque creo que no me hubiese escuchado ni de chiste, porque siempre la última palabra la va a tener el, y es algo que todavía me cuesta modificar.
Así que señores y señoritas, aunque no me guste para nada la idea, no voy a volver a algún septiembre de dos mil no se cuánto. Ni hoy, ni nunca. Lo voy a tener que aceptar, porque es así y no queda otra. Pero, con todo esto, al menos las nubes grises se esfumaron de mi cabeza, aunque no de igual manera de este martes lluvioso y sin luz, que dicho sea de paso, podría darme una mano y volver, porque este testamento enorme lo voy a terminar compartiendo el día del arquero amateur de hockey.

Disconforme y nublado
Diego M.

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