Vacío, como Román
Sentirse vacío, que cosa rara de explicar.
Me acuerdo de una vez haberlo escuchado Riquelme post final de Copa
Libertadores diciendo eso. “Me siento vacío, no tengo más nada para dar”. Eso dijo,
o al menos eso es lo que recuerdo, confiando plenamente en mi capacidad de retención
de recuerdos. Palabras más, palabras menos, el tipo decía que dejaba de jugar
en el club de sus amores porque aunque lo amaba, no tenía más para entregarle,
nada más para demostrar, nada más porque seguir bancándose críticas y
diferencias, no creía a su amor capaz de regalarle tantas cosas hermosas. El tipo
se cansó, sintió que le hacía mal y dijo basta. Y fue basta. Eso no cambio su
amor por el club, nada de eso. O al menos eso es lo que demuestra.
No soy fanático de Román ni mucho menos lo tengo en el lugar
de ídolo personal indiscutible y endiosado, nada de eso. Lo que hacía con una
pelota me fascinaba y lo sigue haciendo, pero no forma parte de ese olimpo
glorioso por motivos que no vienen al caso. A pesar de todo ello, coincido con él
en esta sensación de no tener más por dar a un amor tan grande como el suyo (y
como el mío) salvando las distancias, y el “culpable” de dicho sentimiento. Les
aclaro que no estoy hablando de dejar el futbol como Román, nada de eso. Recién
estoy arrancando, y si el tiempo lo permite, me quedan varios años de disfrute.
Perdoname Román, pero difiero del tipo de abandono.
Varias veces escuche que la vida es como el fútbol, y coincido
plenamente. La vida también te lleva a sentirte vacío, como hizo con Román el
futbol. Vacío, sin nada más por entregar, sin cosas por demostrar, sin ganas de
seguir soportando disgustos. Aunque viví
muy poco, me parece que aprendí eso, que los grandes amores son así, te llenan
de momentos increíbles, te elevan al punto más alto del cielo, te hacen sentir
que nada puede ser mejor. Y ahí ocurre lo lamentable. Ese nada puede ser mejor.
Ese sentimiento interno de que nada va a superar lo que está sucediendo, de que
en algún momento no vas a tener motivo alguno para seguir peleándola. Y es algo
que me está pasando. Me estoy sintiendo vacío yo también.
En algún momento, cuando este amor te exprime de tanto
disfrute, hay que saber decir basta. Ser inteligentes, prestarle atención a las
sensaciones, porque nadie saber mejor que nosotros que es lo que nos puede
pasar. Algunos con mayor efectividad, otros con menos, pero siempre tenemos
adentro cierta predicción de lo que va a suceder, y yo, como Román, prefiero
evitar la catástrofe. Evitar que ese amor a cancha llena me abuchee y tener que
irme por la puerta de atrás, aunque ni el en su momento, ni yo en el mío, vamos
a lograr quedar cien por ciento tranquilos a la hora de decir basta. Pero algunas
veces las decisiones se toman, y siempre que se pueda, hay que mantener la
firmeza.
Vacío, como Román.
Diego M.
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