Dicen que la tercera es la vencida,
no? El
flaco lo escuchó miles de veces. “…Quedate tranquilo flaco, a todos nos salió
mal alguna vez. A, ¿dos veces? Bueno, puede pasar. Tres veces no, no
maquinees al pedo, las cosa no salen mal tres veces, te lo aseguro…”
El
flaco es negativo por naturaleza, que quieren que les diga, aunque ama
los finales felices. En el fondo está esperando que el verso, el cuento o la
creencia, cómo más les guste llamarla, tenga 99,9% de efectividad, y que,
conociendo su suerte, llegado el caso de formar parte de ese 0,01% minúsculo,
se apiade de él y no le complique las cosas.
Si hay
una tercera parte, a la vista está que hubo una primera y una segunda,
obviamente. Pero la tercera parte dice el flaco que es distinta de sus
antecesoras. ¿Porque dirá eso?, nos podríamos preguntar. Y para llegar a esta
tercera, nos expondrá ambas partes, pero también nos va a contar los orígenes.
Sí, es larguero el flaco, no le gustan, o no conoce, otras formas más simples
de expresarse, aunque es el así en todas las cuestiones de otra vida, que por
ahí en otro texto les voy a contar.
Sigamos.
Ahí, cuando el flaco tome la palabra, va a pensar en la extensión de su
historia. Dependiendo del nivel de cercanía o confianza, entrará en más o menos
detalles. Nos dirá nombres, lugares y hasta entremezclara la charla con cosas
cronológicamente paralelas. Con todo eso, y después de cerciorarse de que
lleven la conversación al ritmo que a él le gusta, SU ritmo, soltará sobre la
mesa varias respuestas. El flaco nombrara a “confiar” como primera y
extra-detallada medida, luego soltara que “no tomó dimensión de los riesgos” y,
para continuar con su ítem antecesor, apelara a su constante absorción de
culpas, y dirá que el factor central de todo su problema, es por “boludo”.
Boludo sí. Pero boludo en doble sentido, en una forma distendida, pero también
en otra muy seria. Boludo por dormirse en los laureles, boludo por creer
a todo el mundo ovejas de un rebaño, blancas y puras. Pero boludo también por
no tomar los medios necesarios, por creerse cosas inaceptables y qué, aun en el
día de la fecha, no comprende como las aceptaba.
Dije
que para el flaco, esta tercera parte de la historia, su historia, es
“distinta”. Compartí con el varias charlas mano a mano, tantas, que me conozco
el relato de memoria. Cuando se lanza a explicar, el flaco hace énfasis en
aquel título central, distinta. Distinta porque no es mismo flaco el que
lo está sufriendo. Si corporal, aunque no espiritualmente. Parecen dos flacos
distintos. En un 2015 opacado por momentos feos, que le hizo de espejo a los
comienzos del 2016, esta segunda parte del año tiene al flaco un poco más
curtido, acostumbrado y que hace frente. Parece otro flaco. Hace frente
al cambio, a la responsabilidad, a una carrera universitaria, pero por sobre
todo, a sí mismo. Porque aunque no le guste la idea, el flaco es esto con lo
que convive. Y no queda otra que aceptarlo. Es lo que le toco, por boludo o lo
que sea, porque las cosas son así y punto. El flaco es consciente de queda en él
tirarse a llorar o pararse y poner el pecho. Las dos son dolorosas pero… lo
peor que le podría pasar es que venga una cuarta parte, que de todas maneras
iba a llegar si continuaba arrodillado. Parece otro flaco, pero no lo es. El
flaco se encontró a sí mismo y descubrió un hombro enorme en donde apoyarse.
Ojo que
el flaco no está sólo, no señor. Es buen pibe el flaco, y por eso tiene dos
robles que lo sostienen. Uno de ellos es un cuarentón, flaco y alto cómo el,
mas efusivo que el flaco. El otro pilar, la otra mejor dicho, es la compañera
del cuarentón. El flaco es un retrato de ella, en carácter, expresiones y forma
física, aunque le saque mucho más de una cabeza de estatura. Ambos están atrás
de él, ocupándose cuando el flaco afloja, como lo hicieron siempre. Porque el
flaco es así, en ocasiones puede desatarse y parece incontenible, pero el resto
del tiempo es tímido, vulnerable, y ahí toman partido ellos. Y ojo cada vez más
se suman a esta dupla. Todos los que se adhieren a bancarlo, conocen mucho al flaco,
saben de esta bipolaridad personal, y lo acompañaron en todo momento, en los
buenos, pero también en los grises, y es por eso que el flaco los quiere tanto
Al
flaco le duele, se avergüenza constantemente de esto que llego a ser por el qué
dirán. Y dice llego a ser porque acepto esto que tiene, pero a media tinta,
aunque creo personalmente que dentro de poco se va a soltar. Y agárrense cuando
el flaco se suelte. Le duele confiar, le duele que se hayan cagado en él. Le
duele, y le duele todos los días. Aunque a veces, contadas y muy pocas veces,
se acuerda que no cualquiera se banca lo que a él le toca, y le levanta un poco
el alma, un poquito. Esta que a él le toca, es la tercera parte, la que
conocemos popularmente (y ojalá que así sea) cómo la vencida.
Diego
M.
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